Es común ver imágenes, chistes y hasta memes de niños diciendo que la leche viene de la nevera y los huevos del supermercado. Esto puede parecer muy gracioso, pero es un hecho: la mayor parte de los niños, que después se convierten en adultos, no sabe con exactitud de dónde provienen los alimentos y mucho menos cómo se siembran y producen. Esto se debe, principalmente, al crecimiento en entornos urbanos donde la agricultura no está presente.
Ante eso, la agricultura urbana representa una vía principal a través de la cual los niños pueden acercarse a tener una visión amplia de educación alimentaria, que les permita valorar la comida, desarrollar buenos hábitos alimenticios y además, respetar al medio ambiente a través de la siembra.
Huertos escolares: una buena aproximación
En la escuela primaria, los niños deben memorizar datos de historia, aprender a sumar, a escribir, y sí, aprenden algunas cosas de ciencias naturales, pero eso tiene muy poco que ver con el crecimiento de los alimentos. Lo máximo que llegan a hacer es un germinador de granos, pero hay mucho que hacer más allá de eso.
Los huertos escolares son una excelente herramienta para que los niños pequeños vean cómo funciona el proceso de siembra de alimentos. Especialmente en la escuela primaria, los niños pueden sembrar ellos mismos, ver crecer y hacerse responsables de sus plantas y alimentos. De esta forma, se crea consciencia sobre todo el proceso alimenticio y los niños podrán ver el mejor resultado al final, al comerse lo que sembraron.